Las lecciones del caso más controversial de edición genética germinal

Copy/Paste Humano

En noviembre de 2018 el mundo supo del caso de edición genética germinal más controversial hasta la fecha: en una universidad china un equipo liderado por el científico He Jiankui había creado las primeras niñas cuyo ADN fue adaptado mediante la edición de genes. A pesar de que sus intenciones eran generar defensas contra el VIH y otras enfermedades, el impacto de sus experimentos y declaraciones fue instantáneo. Hasta el día de hoy generan controversia entre los investigadores, pero también aprendizajes.

Por Luis Ramírez y Luis Vásquez, Marzo 2022

“EXCLUSIVA: Científicos chinos crean bebés con CRISPR”

De esta forma comenzaba el artículo de Antonio Regalado para MIT Technology Review del 25 de noviembre de 2018, en el que revelaba públicamente al mundo el “audaz” esfuerzo para crear las primeras niñas cuyo ADN había sido adaptado mediante la edición de genes:

“Según documentos médicos chinos publicados en línea este mes, un equipo de la Universidad de Ciencia y Tecnología del Sur, en Shenzhen, ha estado reclutando parejas en un esfuerzo por crear los primeros bebés editados genéticamente. Planean eliminar un gen llamado CCR5 con la esperanza de hacer que la descendencia sea resistente al VIH, la viruela y el cólera”.

El responsable del inaudito hecho revelado era el investigador chino He Jiankui, de la Universidad de Ciencia y Tecnología del Sur (SUSTC) de Shenzhen, China. Con este anuncio, Regalado se anticipó al propio He, quien había dado la exclusiva a la agencia Associated Press, artículo que efectivamente fue publicado el lunes 26 de noviembre.

El artículo de Regalado propició que el mismo equipo de He Jiankui comenzara a publicar una serie de videos en los que reconocía ante la opinión pública que editó genéticamente varios embriones humanos y los transfirió a mujeres para su gestación.

De esta experimentación nacieron dos niñas gemelas, quienes recibieron el nombre ficticio de Lulu y Nana, producto de esta fertilización in vitro. En los videos, He Jiankui reconocía que luego de la fertilización había modificado sus genomas, a través de la herramienta de edición genética CRISPR.

Como parte de la estrategia de revelación de este hallazgo, el propio investigador chino participó en los días siguientes, del 27 al 28 de noviembre, en la segunda cumbre internacional sobre la edición genética en humanos, en Hong-Kong. Su exposición del miércoles 28, llamada “Edición del gen CCR5 en embriones de ratón, mono y humano mediante CRISPR/Cas9” (se puede ver desde 1h:18 min.) fue una de las charlas científicas más vistas de la historia y en ella no solo ratificó sus resultados in vitro editando embriones de ratones, primates y humanos, sino que su intención de modificar el gen CCR5 portador de la información para fabricar una proteína que usa el virus del sida para infectar las células del sistema inmunitario.

En esa ocasión reveló que contó con varias parejas en las que el varón estaba infectado y la mujer no. Además, contó que el objetivo de su experimentación era permitir a estas parejas tener hijos que no pudieran infectarse con el virus. 

Las reacciones no se hicieron esperar: el público presente le reprochó de forma inmediata, en el panel de discusión, aquellos puntos que consideraban había pasado por alto, como no haberles contado a las parejas voluntarias que existen actualmente una serie de procedimientos médicos que permiten a parejas infectadas  con VIH tener hijos que no sean portadores del virus.

El resto ya es historia. He Jankui fue detenido y encarcelado y se le canceló su licencia médica. Se ha sabido que al menos una tercera niña cuyos gametos también fueron intervenidos nació en 2019, y que habría seis embarazos más logrados por He Jiankui mediante la misma técnica. Y también se ha filtrado que el médico chino también engañó a colegas ginecólogos para que implantaran los embriones editados germinalmente, así como a las madres y padres de los infantes sobre los beneficios y riesgos de esta técnica.

 

Qué es la edición CRISPR

CRISPR, como técnica de edición genética, es una herramienta que permite cortar y pegar ADN, por lo que se le conoce también como «tijeras genéticas» y “corta-pega genético”.

Capaz de modificar el código genético ya sea para bien o para mal, puede cortar un gen que causa una enfermedad para corregir una anomalía en el ADN y revertir así una enfermedad o para destruir un gen, como podría ser el caso de querer destruir a una célula cancerígena, aunque existen estudios que parecen demostrar lo contrario

Esta técnica tuvo su origen en 1987, cuando se publicó un estudio en el cual se demuestra que unas bacterias, las streptococcus pyogenes, eran capaces de defenderse de los virus porque destruyen su material genético.

Años después, se comenzó a entender cómo funcionaba este mecanismo. Francis Mojica observó que en el ADN de estas bacterias existían unas zonas concretas en las cuales habían una serie de  secuencias que se repetían y que además entre secuencia y secuencia había fragmentos de ADN de un virus. Llamó a estas secuencias repetitivas “clustered regularly interspaced short palindromic repeats”, por sus siglas en inglés, CRISPR. 

Luego de Mojica, numerosos investigadores estudiaron el modo en que operaba este mecanismo hasta que en 2012 Jennifer Doudna y Emmanuelle Charpentier desarrollaron una herramienta sencilla, rápida y económica de edición genética, gracias a la cual recibieron el premio Nobel de Química correspondiente al 2020.

La técnica de edición genómica pasó a llamarse CRISPR/Cas9, pues propuso utilizar la herramienta que usaba la bacteria para defenderse del ataque de nuevos virus, la proteína Cas9. El resultado son unas auténticas “tijeras moleculares” que permiten localizar cualquier secuencia del código de un ser vivo (animal, planta o microbio) y cortarlo.

CRISPR/Cas9 se compone básicamente de dos elementos: el núcleo que es la proteína que permite “recortar” y modificar el ADN y el ARN guía que se encarga de direccionar esos cortes. Esto permite reemplazar una secuencia genética defectuosa por una correcta lo que en principio permite su uso para el tratamiento de enfermedades y condiciones genéticas que hasta hace poco se creían incurables.

Esta fue la técnica usada por el investigador chino He Jiankui en su experimento con las mellizas. 

 

“He oído hablar de enfermedades más urgentes”

Como acto seguido al anuncio de He Jiankui sobre los resultados de su edición genética germinal, la comunidad científica internacional comenzó a reaccionar. La Universidad bajo cuyo auspicio pretendidamente había trabajado su equipo desconoció el estudio y se desmarcó de sus conclusiones. Casi unánimemente, hubo pronunciamientos en contra de continuar con la edición genética germinal en seres humanos. 

Los objetores señalaron que sus efectos eran desconocidos a largo plazo, pues se proyectarán hacia la descendencia; además de que en el caso particular de las mellizas existían otras formas menos radicales e invasivas de prevenir el contagio del virus, por lo que la edición genética no parecía justificada. Además de parecer una intervención poco pertinente y nada oportuna, dado que no se estaba tras la cura de enfermedad alguna, sino por el intento de dotar a las mellizas de una dotación genética tal que permitiera preservarlas de un contagio de VIH futuro.

Una vez finalizada la exposición de Jiankui en la cumbre sobre edición genética del 28 de noviembre de 2018, se abrió un panel de discusión con preguntas de los asistentes y de los medios presentes. El primero en tomar el micrófono fue el profesor de biología premio Nobel David Baltimore y presidente de la conferencia, quien de inmediato sentó las bases de la discusión que ahí comenzaba a desplegarse:

“Sigo pensando que es irresponsable. no es transparente. Se descubrió después de que nacieran los niños. No creo que sea médicamente necesario. He oído hablar de enfermedades más urgentes. ha sido un fracaso de la autorregulación por parte de la comunidad científica, debido a la falta de transparencia. El comité que organizó esto se reunirá y emitirá una declaración mañana”.

Baltimore resumía, de esta forma, los principales puntos de preocupación frente a este estudio, los que la comunidad científica internacional ha delimitado en cuatro ámbitos: cuatro líneas éticas atravesadas por He Jiankui y su equipo con estos experimentos de las que se desprenden los desafíos para la edición genética aplicada a seres humanos. 

 

Terapia génica germinal

Uno de los científicos que intervino en el panel de discusión posterior a la intervención de He, señaló que el consenso no permite llevar a cabo la edición en terapia génica germinal: “Usted es consciente, ¿por qué cruzar esta línea? ¿Por qué llevarla a cabo en secreto?”

Esta primera línea ética cruzada por He Jiankui a la que aludió este participante apunta a la terapia génica germinal. De acuerdo al “Convenio para la protección de los derechos humanos y la dignidad del ser humano con respecto a las aplicaciones de la biología y la medicina” de Asturias de 1997 (el que China no firmó), la edición genética de embriones humanos que resulta en la alteración irreversible del genoma se encuentra prohibida.

Paulina Ramos, académica del Magíster en Bioética de la Escuela de Medicina de la Pontificia Universidad Católica de Chile, señala en este punto que la edición genética, en la línea germinal, se contempla como una posibilidad futura, “tal vez cuando la opinión pública sea más favorable, respondiendo a estrategias de aceptabilidad y de mercadeo. Es imposible detener su aplicación, por lo que los esfuerzos deberían orientarse entonces a fijar límites para evitar desbordes”.

Asimismo, destaca que este hecho nos permite recordar la Declaración Universal sobre el Genoma Humano y los Derechos Humanos, de la UNESCO, aprobada el 11 de noviembre de 1997 “y cuyo artículo 24 se refiere a la necesidad de estar atentos a la identificación de prácticas que pueden ir en contra de la dignidad humana, como las intervenciones en la línea germinal”.

Similar apreciación proporciona Héctor Velázquez, doctor en Filosofía y director del Centro Sociedad Tecnológica y Futuro Humano de la Universidad Mayor en Chile: “Esta práctica de “biomejoramiento” (es decir, de intervención para generar individuos mejores biológicamente, sin propensión a males físicos, enfermedades, envejecimiento, etc.) ha sido prohibida en la Unión Europea y en Estados Unidos, pero ha sido defendida por investigadores de renombre como George Church, catedrático de genética de la Universidad de Harvard”. 

Algunos países permiten su utilización. Tal es el caso de Reino Unido que permite la edición genética de embriones para casos y supuestos muy controlados. En el año 2016, investigadores del Francis Crick Institute de Londres y particularmente Kathy Niakan recibieron una licencia para utilizar CRISPR en seres humanos. De manera similar, en el año 2020, se autorizó en España la primera modificación genética de embriones, los cuales fueron destruidos debido a la prohibición legal existente de transferir embriones utilizados en investigación a efectos reproductivos.

La advertencia lanzada por los científicos alrededor del mundo sobre esta técnica no tiene que ver con las implicaciones de la edición genética en células somáticas, propio de la terapia génica contemporánea, sino con los riesgos que implica el que la modificación genética sea en la línea germinal y se trasladen esas modificaciones a la descendencia del sujeto intervenido.

 

“¿Cómo convencieron a los padres cuando iniciaron este experimento?”

Esta fue una de las preguntas de otro de los científicos presentes en aquella cumbre. En su interpelación a Jiankui, volvió a preguntarle: “¿Les contaron las alternativas sobre el SIDA?”

El investigador chino replicó que todo el procedimiento había contado con una rigurosa revisión ética y que los voluntarios no solo tenían una buena formación y conocían bastante información sobre el VIH y los enfoques actuales, sino que además estaban en una red social juntos, conocían los avances y la información disponible y entendían bastante bien la tecnología y los beneficios potenciales. 

Este punto fue de inmediato discutido por la comunidad científica. No solo no advirtieron a los voluntarios sobre lo injustificada de esta técnica para tener un bebé que tuviera defensas al VIH, pues actualmente este se trata otros procedimientos que permiten al paciente tener una buena calidad de vida, sino que de acá se desprende un segundo segundo dilema ético: aunque es posible editar genéticamente embriones humanos para investigar en laboratorios, en muchos países, entre los que se incluye China, es ilegal implantarlos en una mujer para su gestación y así permitir que nazcan bebés modificados de este procedimiento.

Eduardo Abeliuk, científico chileno ideólogo de TeselaGen, una plataforma de software que ayuda a empresas de biotecnología a diseñar y modificar la genética de distintos organismos utilizando inteligencia artificial, enfatiza que se debe diferenciar entre la experimentación génica entre células somáticas y células germinales:

“Lo que hicieron en este caso fue alterar células germinales, aquellas capaces de generar gametos que correspondan a los óvulos y a los espermatozoides, es decir, son capaces esos experimentos de modificar no solo al ser humano que se está concibiendo sino que producto de esa modificación se puede alterar toda su descendencia y eso es súper delicado”.

 

“No veo la necesidad médica”

Otro de los científicos participantes de la conferencia en la que He reveló estos experimentos sentenció de esta forma su alocución ante el investigador chino: “No veo la necesidad médica: el padre es positivo y la madre negativa, por lo que se pueden obtener embriones no infectados”. Jiankui respondió: “Creo que no solo para este caso, sino para millones de niños con VIH, necesitan protección, ya que no hay vacuna”.

En este punto, Velásquez señala que “Hay experimentos que son más acotados en términos de riesgos, donde simplemente se modifican células somáticas, que también tienen tienen riesgos pero cuáles fueron los riesgos y por qué este caso fue polémico, se está usando esta nueva tijera molecular que se muestra mucho más eficiente que otras tijeras moleculares que se han usado con anterioridad y que es programable. Uno puede dirigirla para que corte un trozo de ADN bien específico donde uno quiera, pero se ha demostrado que aunque uno le diga a la tijera: “quiero cortar acá”, a veces esta tijera termina modificando el ADN en otras zonas en donde yo no tenía la intención que cortara. Entonces cuáles pueden ser los efectos en un genoma, todavía nos falta mucho para entender el genoma humano”.

Y agrega: “No se justificaba usar esta técnica para tener un bebé que tuviera defensas al VIH cuando hoy día hay muchas otras. Lo primero que hay que hacer es enfocarse cuando hay enfermedades o modificaciones genéticas donde el beneficio versus los riesgos sean lo más grande posible. Hoy día, la calidad de vida de los pacientes de VIH con uso de ciertos medicamentos puede llevar a una calidad de vida por muchos años, pero no  así otras enfermedades que son mucho más graves y críticas”.

 

Eugenesia

Una tercera línea ética que habría cruzado He Jiankui es haber usado edición genética en embriones no para “curar” una enfermedad sino para “mejorar” estos embriones con una característica adicional. Esta situación puede abrir la puerta a más peligros y a la selección de caracteres, al diseño de bebés y a la eugenesia.

Para Paulina Ramos la técnica de edición genética CRISPR/Cas9, como toda tecnología, no es ni buena ni mala, pues todo depende del uso que se hace con ella: “Permite Modificación fácil y rápida del ADN de cualquier ser vivo. Del laboratorio se está usando en la clínica. El dilema es cuando la técnica se usa en los seres humanos para generar personas “diseñadas” como productos de fábrica y/o se afecta la línea germinal, léase derivar en nuevas formas de eugenesia en cuanto se usa para modificar rasgos o habilidades básicas: inteligencia, fuerza física, destrezas, etc.”.

Además, recalca el hecho de que la utilización de esta técnica no se discute cuando se usa como “terapia” y/o eliminación de enfermedades al corregir mutaciones genéticas: “El Informe Human Gene Editing: Science, Ethics and Governance, de la Academia de Ciencias y la Academia de Medicina de USA del 14 de febrero de 2017 no proscribe la eugenesia, y más bien la respalda. La edición genética, en la línea germinal, se contempla como una posibilidad futura, tal vez cuando la opinión pública sea más favorable, respondiendo a estrategias de aceptabilidad y de mercadeo”.

Ramos va más allá incluso y plantea la ruta ética que la comunidad científica debería seguir: “Es imposible detener su aplicación, por lo que los esfuerzos deberían orientarse entonces a fijar límites para evitar desbordes”.

Héctor Velázquez subraya el hecho de que no existe aún consenso sobre dónde trazar el límite para estas prácticas: “Si bien la comunidad científica coincidió en reprobar el uso de la edición genética en el caso de las mellizas, algunos se mantienen partidarios de la aplicación de esta técnica para males de los que hoy no hay tratamiento o cura. Aunque otros científicos insisten en que no hay manera de garantizar que esa intervención no provoque daños futuros indeseados”.

Eduardo Abeliuk proporciona una orientación sobre dónde debería fijarse la línea intraspasable: “Si nos vamos al extremo: ¿Debiésemos hoy en día estar usando estas técnicas para poder hacer bebés con ojos azules? Claramente los riesgos asociados a estas técnicas no se justifican. Gran parte de la comunidad científica analizamos los beneficios y los riesgos de estas prácticas, como todas las tecnologías pueden hacerse usos buenos o malos. Distinto es cuando se modifica genéticamente vía CRISPR microbios, microorganismos que son organismos mucho más simples, donde los efectos de las modificaciones tienden a ser mucho más predecibles”.

Precisamente, el límite que he Jiankui no respetó. “Todavía estamos entendiendo cuáles son las implicancias de editar genomas. Nosotros estamos enfocados por lo mismo en aplicar estas técnicas de biotecnología en aplicaciones industriales que implica optimizar microorganismos que pueden generar impactos enormes para la sociedad. La clave es si podemos identificar de forma segura pequeños cambios que podemos introducir a nuestro propio hardware como especie que nos permita erradicar algunas de estas enfermedades, mejorar nuestra calidad de vida y acercarnos a entender mejor de dónde venimos”, señala Eduardo.

 

“Agradezco a mi universidad aunque no conozcan mi estudio”

“En primer lugar, debo pedir disculpas por este resultado, que presento inmediatamente en esta sede. Este estudio ha sido enviado a algunas revistas para su revisión. Agradezco a mi universidad aunque no conozcan mi estudio”. 

Estas fueron las primeras palabras de He Jiankui al comenzar su presentación “Edición del gen CCR5 en embriones de ratón, mono y humano mediante CRISPR/Cas9” en aquella conferencia. De inmediato, él mismo se encargaba de rotular el hecho de que todo el procedimientos se había realizado a espaldas de la propia casa de estudios que había cobijado el proyecto sin saberlo.

La cuarta línea ética cruzada por He Jiankui y su equipo dice relación con la absoluta falta de transparencia de sus experimentos, los que fueron realizados en su totalidad por fuera de la ley. No hubo ni conocimientos, ni permisos, ni revisión y aprobación del comité de ética de la universidad. Tampoco del hospital donde se realizó el proceso. Tampoco contó con la autorización de las autoridades chinas.

Uno de los asistentes a aquella conferencia de noviembre de 2018 le resaltó el asunto de la falta de transparencia al momento de interpelarlo: “¿El consentimiento informado genérico se publicó? La respuesta de He: “En realidad, el consentimiento informado ya está publicado en el sitio web, busque mi nombre y podrá encontrarlo”.

Varias de las preguntas circularon en torno al tema de la opacidad con la que estaba cubierta todo su procedimiento:

“¿Cómo se obtuvo la financiación de este trabajo? Respuesta de He: “Era un profesor de la universidad, así que el estudio fue pagado por mí mismo al principio; después, por la universidad”.

“¿Tenías una empresa y no estaba involucrada?” (Respuesta: “Nunca mi empresa estuvo involucrada en la financiación (o de otro tipo) los voluntarios tenían gastos médicos; sin dinero extra”).

“El consenso no permite llevar a cabo la edición en etapa germinal, usted estaba consciente de esto, ¿por qué cruzar esta línea? ¿por qué llevar a cabo en secreto?

“¿Por qué tanto secretismo en torno a esto cuando se sabe que no hay que seguir adelante?” (Respuesta: “Hace tres años, participé en conferencias con la comunidad científica y obtuve su opinión. consulté a algunos expertos de EE.UU. sobre ética y ciencia”).

De acuerdo con Héctor Velázquez, la opacidad ha permeado este experimento desde su origen hasta su conclusión: “Se tienen ciertos indicios de que el estado de salud de las mellizas está siendo monitoreado por las autoridades sanitarias chinas, pero no se sabe poco más. El médico fue detenido y encarcelado y se le canceló su licencia médica. Se ha sabido que al menos una tercera niña cuyos gametos también fueron intervenidos nació en 2019, y que habría seis embarazos más logrados por He Jiankui mediante la misma técnica. Y también se ha filtrado que He Jankui engañó a colegas ginecólogos para que implantaran los embriones editados germinalmente, así como a las madres y padres de los infantes sobre los beneficios y riesgos de esta técnica”.

¿Cuáles son los desafíos éticos y antropológicos en términos de transparencia que se desprenden de este caso? Para Velásquez los aprendizajes de toda la comunidad científica deben ser claros: “Me parece que este caso ejemplifica los riesgos de la opacidad en el trabajo científico, sobre todo en entornos político-sociales donde la falta de transparencia impide la evaluación internacional, y por tanto la sana colaboración entre pares, ante avances que como la edición genética mediante CRISPR/cas9 abre posibilidades casi infinitas en el tratamiento de males para los que hoy no tenemos cura.

 

“¿Esperabas todo este alboroto?”

“La noticia se filtró de forma inesperada para mí; se esperaba que se presentara en Estados Unidos y Reino Unido al parecer”. Esta fue la respuesta de He Jiankui a la pregunta sobre si se esperaba tanto alboroto al revelar sus experimentos.

Lo cierto es que el alboroto aún persiste. He Jiankui continúa preso y se han publicado exhaustivos informes sobre lo que conocemos e ignoramos hasta el momento de las tres niñas chinas que nacieron con su genoma editado. Pero, ¿cuáles son las conclusiones que la comunidad científica ha sacado en la proyección de su quehacer hacia el futuro?

Héctor Velázquez sostiene que la valoración correcta del futuro de estas técnicas debe resolverse a partir de un diálogo interdisciplinar: “En el que se proyecte cuál es el horizonte de esta actividad científica; esto es, qué propósitos busca, con qué metas y fines. Donde no solo sepamos responder con un cómo hacerlo sino con un para qué”

“Estas problemáticas, tan propias del entorno de la sociedad biotecnológica actual revela la pertinencia de llevarse a cabo una discusión pausada, global, detallada, sobre lo que hemos de entender por ser humano, por su naturaleza o rasgos distintivos de su condición; para que a partir de ello podamos discutir qué avances científicos promover y cuáles desestimar y por qué, en función de su valor intrínseco incondicional llamado dignidad”.

La profesora Paulina Ramos comparte este diagnóstico: “No me parece sea un argumento de peso para limitar su aplicación que esta aplicación no está lista para probarse en humanos, por cuanto es cuestión de tiempo como es propio del desarrollo de nuevas tecnologías. Esta técnica, sencilla, barata, eficaz y multifuncional, debe ir acompañada en su desarrollo de la reflexión ética, social, científica y ecológica”.

El paso que se debe dar con firmeza para que todos podamos contestar de la misma forma a la última pregunta que le formularon a He Jiankui aquel 28 de noviembre de 2018:

“Si va a ser tu bebé, ¿te animarías a hacerlo?”

– “Yo lo intentaría primero”.

PODCAST