Publicado en https://www.fiercebiotech.com/ el 19 de mayo de 2022 por Andrea Park
(Adaptación)
Casi una década después de que un accidente de coche le dejara paralizado de cintura para abajo, Germán Aldana Zúñiga, residente en Florida, volvió a ponerse al volante gracias a un microchip implantado en su cerebro.
Utilizando sólo sus pensamientos para controlar el acelerador, Zúñiga condujo varias vueltas en un coche de carreras de la Copa NASCAR en una pista a las afueras de Fountain, Colorado, esta semana, según un informe de CBS Denver. La interfaz cerebro-computadora que le ayudó a conducir fue desarrollada por un equipo de médicos, investigadores e ingenieros.
El equipo fue dirigido por el neurocirujano Scott Falci, M.D., que dirige el Instituto Falci para las lesiones de la médula espinal en el Centro Médico Sueco de Colorado y también fundó Falci Adaptive Motorsports en 2012 para ayudar a las personas con problemas de movilidad a volver a conducir.
El paseo del miércoles marcó la primera vez que Zúñiga conducía desde el accidente de coche de 2013 que le dejó sin movilidad por debajo de la cintura y con un uso limitado de las manos y los brazos.
El equipo pasó más de un año adaptando la interfaz cerebro-computadora para leer los pensamientos de Zúñiga. Un electrodo de microchip colocado en su cerebro se comunica con una computadora del coche para controlar el motor.
«Los cambios eléctricos se recogen en ese electrodo, viajan por un cable bajo su piel hasta un pequeño procesador informático», dijo Falci a CBS Denver. «Cuando la computadora reconoce esa huella dactilar concreta, sabe que debe enviar la señal a la computadora de nuestro coche de carreras, y esa computadora sabe que debe enviarla al acelerador y accionarlo».
Mientras tanto, un casco especializado capta los movimientos de la cabeza de Zúñiga para dirigir el coche, y éste puede exhalar o inhalar por un tubo conectado para ayudar a controlar el acelerador y los frenos.
Aunque pueda parecer que Falci y su equipo se han saltado algunos hitos clave de la movilidad entre la parálisis total y la conducción de un coche de carreras en un circuito, la iniciativa se desarrolló en gran medida para demostrar el potencial definitivo de las interfaces cerebro-computadora, más que para reunir un nuevo equipo de pilotos de la NASCAR, dijo Falci.
«Podemos utilizarlo para conducir una silla de ruedas eléctrica, un carrito de golf, controlar un brazo robótico, un exoesqueleto o un dispositivo médico implantado», explicó. «Una vez que desarrollemos esa ciencia, esa ciencia podrá utilizarse para todo tipo de sistemas».
Zúñiga, que describió su experimento de conducción controlada por la mente como «simplemente increíble», comparte la visión de Falci de aplicar la tecnología a una variedad de tareas cotidianas para personas con problemas de movilidad, incluso para ayudarles a volver a caminar algún día.
«La tecnología está avanzando, así que tenemos que ayudar a poner de nuestra parte y hacer que esté disponible para todos», dijo a CBS Denver.
El sistema de Falci se une a un puñado de otros que han logrado traducir los pensamientos en acciones en los últimos dos años, desde un aparato ortopédico inalámbrico aprobado por la FDA que mejora la función de la mano en pacientes con derrames cerebrales hasta un brazo biónico que restaura la función y la sensación en personas amputadas.
Recientemente, Synchron ha dado a conocer los resultados de un estudio que demuestra que su sistema Stentrode, similar a una endoprótesis, sigue siendo seguro y funcional un año después del procedimiento de implante mínimamente invasivo. El dispositivo se ha implantado hasta ahora en un puñado de pacientes con parálisis por esclerosis lateral amiotrófica, que pueden utilizar el sistema para enviar mensajes de texto y correos electrónicos, hacer compras y operaciones bancarias en línea e incluso enviar tweets, todo ello utilizando sólo sus pensamientos, además de un dispositivo de seguimiento ocular para mover el cursor.
Publicado en theconversation.com el 24 de mayo de 2022 por Aaron J. Snoswell, Henry Fraser y Rhyle Simcock
(Adaptación)
El primer accidente grave en el que se vio implicado un coche de autoconducción en Australia se produjo en marzo de este año. Un peatón sufrió heridas mortales al ser atropellado por un Tesla Model 3 que, según el conductor, estaba en modo «piloto automático».
En Estados Unidos, el organismo regulador de la seguridad vial está investigando una serie de accidentes en los que Teslas con piloto automático chocaron contra vehículos de primeros auxilios con luces intermitentes durante paradas de tráfico.
Los procesos de toma de decisiones de los coches de «autoconducción» son a menudo opacos e imprevisibles (incluso para sus fabricantes), por lo que puede ser difícil determinar quién debe ser responsable de incidentes como estos. Sin embargo, el creciente campo de la «IA explicable» puede ayudar a proporcionar algunas respuestas.
¿Quién es el responsable cuando los coches de autoconducción se estrellan?
Aunque los coches autoconducidos son nuevos, siguen siendo máquinas hechas y vendidas por los fabricantes. Cuando causan daños, debemos preguntarnos si el fabricante (o el desarrollador del software) ha cumplido con sus responsabilidades de seguridad.
La ley de negligencia moderna proviene del famoso caso Donoghue contra Stevenson, en el que una mujer descubrió un caracol en descomposición en su botella de cerveza de jengibre. El fabricante fue declarado negligente, no porque se esperara que predijera o controlara directamente el comportamiento de los caracoles, sino porque su proceso de embotellado no era seguro.
Siguiendo esta lógica, los fabricantes y desarrolladores de sistemas basados en la IA, como los coches autoconducidos, pueden no ser capaces de prever y controlar todo lo que hace el sistema «autónomo», pero pueden tomar medidas para reducir los riesgos. Si sus prácticas de gestión de riesgos, pruebas, auditorías y supervisión no son lo suficientemente buenas, deben rendir cuentas.
¿Cuánta gestión de riesgos es suficiente?
La pregunta difícil será: «¿Cuánta atención y cuánta gestión de riesgos es suficiente?». En los programas informáticos complejos, es imposible comprobar de antemano todos los fallos. ¿Cómo sabrán los desarrolladores y fabricantes cuándo parar?
Afortunadamente, los tribunales, los reguladores y los organismos de normalización técnica tienen experiencia en el establecimiento de normas de cuidado y responsabilidad para actividades arriesgadas pero útiles.
Las normas pueden ser muy exigentes, como el proyecto de reglamento sobre IA de la Unión Europea, que exige reducir los riesgos «en la medida de lo posible» sin tener en cuenta el coste. O pueden ser más parecidas a la legislación australiana sobre negligencia, que permite una gestión menos estricta de los riesgos menos probables o menos graves, o cuando la gestión del riesgo reduzca el beneficio global de la actividad de riesgo.
Los casos legales se complicarán por la opacidad de la IA
Una vez que tengamos una norma clara para los riesgos, necesitamos una forma de hacerla cumplir. Un enfoque podría ser dar a un regulador poderes para imponer sanciones (como hace la ACCC en casos de competencia, por ejemplo).
Los individuos perjudicados por los sistemas de IA también deben poder demandar. En los casos relacionados con los coches autoconducidos, las demandas contra los fabricantes serán especialmente importantes.
Sin embargo, para que estas demandas sean efectivas, los tribunales tendrán que conocer en detalle los procesos y parámetros técnicos de los sistemas de IA.
Los fabricantes suelen preferir no revelar esos detalles por razones comerciales. Pero los tribunales ya cuentan con procedimientos para equilibrar los intereses comerciales con una cantidad adecuada de divulgación para facilitar los litigios.
Un reto mayor puede surgir cuando los propios sistemas de IA son «cajas negras» opacas. Por ejemplo, la funcionalidad del piloto automático de Tesla se basa en «redes neuronales profundas«, un tipo popular de sistema de IA en el que ni siquiera los desarrolladores pueden estar del todo seguros de cómo o por qué llega a un resultado determinado.
¿Una «IA explicable» al rescate?
Abrir la caja negra de los sistemas modernos de IA es el objetivo de una nueva ola de estudiosos de la informática y las humanidades: el llamado movimiento de «IA explicable».
El objetivo es ayudar a los desarrolladores y a los usuarios finales a entender cómo toman sus decisiones los sistemas de IA, ya sea cambiando la forma en que se construyen los sistemas o generando explicaciones a posteriori.
En un ejemplo clásico, un sistema de IA clasifica erróneamente una foto de un husky como un lobo. Un método de «IA explicable» revela que el sistema se centró en la nieve del fondo de la imagen y no en el animal del primer plano.
La forma en que esto pueda utilizarse en un juicio dependerá de varios factores, como la tecnología de IA específica y el daño causado. Una preocupación clave será el grado de acceso que se le dé a la parte perjudicada al sistema de IA.
El caso Trivago
Nuestra nueva investigación, en la que se analiza un importante caso judicial reciente en Australia, ofrece una visión alentadora de lo que podría ser esto.
En abril de 2022, el Tribunal Federal sancionó a la empresa mundial de reservas hoteleras Trivago con 44,7 millones de dólares por engañar a los clientes sobre las tarifas de las habitaciones de hotel en su sitio web y en la publicidad televisiva, tras un caso presentado por el organismo de control de la competencia ACCC. Una de las cuestiones críticas era cómo el complejo algoritmo de clasificación de Trivago elegía la oferta de habitaciones de hotel mejor valorada.
El Tribunal Federal estableció normas para el descubrimiento de pruebas con salvaguardias para proteger la propiedad intelectual de Trivago, y tanto la ACCC como Trivago llamaron a testigos expertos para que aportaran pruebas que explicaran cómo funcionaba el sistema de IA de Trivago.
Incluso sin tener pleno acceso al sistema de Trivago, el testigo experto de la ACCC pudo presentar pruebas convincentes de que el comportamiento del sistema no era coherente con la afirmación de Trivago de ofrecer a los clientes el «mejor precio».
Esto demuestra cómo los expertos técnicos y los abogados pueden superar juntos la opacidad de la IA en los casos judiciales. Sin embargo, el proceso requiere una estrecha colaboración y profundos conocimientos técnicos, y probablemente será costoso.
Los reguladores pueden tomar medidas ahora para agilizar las cosas en el futuro, como exigir a las empresas de IA que documenten adecuadamente sus sistemas.
El camino a seguir
Los vehículos con diversos grados de automatización son cada vez más comunes, y se están probando taxis y autobuses totalmente autónomos tanto en Australia como en el extranjero.
Mantener nuestras carreteras lo más seguras posible requerirá una estrecha colaboración entre los expertos en IA y los juristas, y tanto los reguladores como los fabricantes, las aseguradoras y los usuarios tendrán un papel que desempeñar.
Las lecciones del caso más controversial de edición genética germinal
En noviembre de 2018 el mundo supo del caso de edición genética germinal más controversial hasta la fecha: en una universidad china un equipo liderado por el científico He Jiankui había creado las primeras niñas cuyo ADN fue adaptado mediante la edición de genes. A pesar de que sus intenciones eran generar defensas contra el VIH y otras enfermedades, el impacto de sus experimentos y declaraciones fue instantáneo. Hasta el día de hoy generan controversia entre los investigadores, pero también aprendizajes.
Por Luis Ramírez y Luis Vásquez, Marzo 2022
“EXCLUSIVA: Científicos chinos crean bebés con CRISPR”
De esta forma comenzaba el artículo de Antonio Regalado para MIT Technology Review del 25 de noviembre de 2018, en el que revelaba públicamente al mundo el “audaz” esfuerzo para crear las primeras niñas cuyo ADN había sido adaptado mediante la edición de genes:
“Según documentos médicos chinos publicados en línea este mes, un equipo de la Universidad de Ciencia y Tecnología del Sur, en Shenzhen, ha estado reclutando parejas en un esfuerzo por crear los primeros bebés editados genéticamente. Planean eliminar un gen llamado CCR5 con la esperanza de hacer que la descendencia sea resistente al VIH, la viruela y el cólera”.
El responsable del inaudito hecho revelado era el investigador chino He Jiankui, de la Universidad de Ciencia y Tecnología del Sur (SUSTC) de Shenzhen, China. Con este anuncio, Regalado se anticipó al propio He, quien había dado la exclusiva a la agencia Associated Press, artículo que efectivamente fue publicado el lunes 26 de noviembre.
El artículo de Regalado propició que el mismo equipo de He Jiankui comenzara a publicar una serie de videos en los que reconocía ante la opinión pública que editó genéticamente varios embriones humanos y los transfirió a mujeres para su gestación.
De esta experimentación nacieron dos niñas gemelas, quienes recibieron el nombre ficticio de Lulu y Nana, producto de esta fertilización in vitro. En los videos, He Jiankui reconocía que luego de la fertilización había modificado sus genomas, a través de la herramienta de edición genética CRISPR.
Como parte de la estrategia de revelación de este hallazgo, el propio investigador chino participó en los días siguientes, del 27 al 28 de noviembre, en la segunda cumbre internacional sobre la edición genética en humanos, en Hong-Kong. Su exposición del miércoles 28, llamada “Edición del gen CCR5 en embriones de ratón, mono y humano mediante CRISPR/Cas9” (se puede ver desde 1h:18 min.) fue una de las charlas científicas más vistas de la historia y en ella no solo ratificó sus resultados in vitro editando embriones de ratones, primates y humanos, sino que su intención de modificar el gen CCR5 portador de la información para fabricar una proteína que usa el virus del sida para infectar las células del sistema inmunitario.
En esa ocasión reveló que contó con varias parejas en las que el varón estaba infectado y la mujer no. Además, contó que el objetivo de su experimentación era permitir a estas parejas tener hijos que no pudieran infectarse con el virus.
Las reacciones no se hicieron esperar: el público presente le reprochó de forma inmediata, en el panel de discusión, aquellos puntos que consideraban había pasado por alto, como no haberles contado a las parejas voluntarias que existen actualmente una serie de procedimientos médicos que permiten a parejas infectadas con VIH tener hijos que no sean portadores del virus.
El resto ya es historia. He Jankui fue detenido y encarcelado y se le canceló su licencia médica. Se ha sabido que al menos una tercera niña cuyos gametos también fueron intervenidos nació en 2019, y que habría seis embarazos más logrados por He Jiankui mediante la misma técnica. Y también se ha filtrado que el médico chino también engañó a colegas ginecólogos para que implantaran los embriones editados germinalmente, así como a las madres y padres de los infantes sobre los beneficios y riesgos de esta técnica.
Qué es la edición CRISPR
CRISPR, como técnica de edición genética, es una herramienta que permite cortar y pegar ADN, por lo que se le conoce también como «tijeras genéticas» y “corta-pega genético”.
Capaz de modificar el código genético ya sea para bien o para mal, puede cortar un gen que causa una enfermedad para corregir una anomalía en el ADN y revertir así una enfermedad o para destruir un gen, como podría ser el caso de querer destruir a una célula cancerígena, aunque existen estudios que parecen demostrar lo contrario.
Esta técnica tuvo su origen en 1987, cuando se publicó un estudio en el cual se demuestra que unas bacterias, las streptococcus pyogenes, eran capaces de defenderse de los virus porque destruyen su material genético.
Años después, se comenzó a entender cómo funcionaba este mecanismo. Francis Mojica observó que en el ADN de estas bacterias existían unas zonas concretas en las cuales habían una serie de secuencias que se repetían y que además entre secuencia y secuencia había fragmentos de ADN de un virus. Llamó a estas secuencias repetitivas “clustered regularly interspaced short palindromic repeats”, por sus siglas en inglés, CRISPR.
Luego de Mojica, numerosos investigadores estudiaron el modo en que operaba este mecanismo hasta que en 2012 Jennifer Doudna y Emmanuelle Charpentier desarrollaron una herramienta sencilla, rápida y económica de edición genética, gracias a la cual recibieron el premio Nobel de Química correspondiente al 2020.
La técnica de edición genómica pasó a llamarse CRISPR/Cas9, pues propuso utilizar la herramienta que usaba la bacteria para defenderse del ataque de nuevos virus, la proteína Cas9. El resultado son unas auténticas “tijeras moleculares” que permiten localizar cualquier secuencia del código de un ser vivo (animal, planta o microbio) y cortarlo.
CRISPR/Cas9 se compone básicamente de dos elementos: el núcleo que es la proteína que permite “recortar” y modificar el ADN y el ARN guía que se encarga de direccionar esos cortes. Esto permite reemplazar una secuencia genética defectuosa por una correcta lo que en principio permite su uso para el tratamiento de enfermedades y condiciones genéticas que hasta hace poco se creían incurables.
Esta fue la técnica usada por el investigador chino He Jiankui en su experimento con las mellizas.
“He oído hablar de enfermedades más urgentes”
Como acto seguido al anuncio de He Jiankui sobre los resultados de su edición genética germinal, la comunidad científica internacional comenzó a reaccionar. La Universidad bajo cuyo auspicio pretendidamente había trabajado su equipo desconoció el estudio y se desmarcó de sus conclusiones. Casi unánimemente, hubo pronunciamientos en contra de continuar con la edición genética germinal en seres humanos.
Los objetores señalaron que sus efectos eran desconocidos a largo plazo, pues se proyectarán hacia la descendencia; además de que en el caso particular de las mellizas existían otras formas menos radicales e invasivas de prevenir el contagio del virus, por lo que la edición genética no parecía justificada. Además de parecer una intervención poco pertinente y nada oportuna, dado que no se estaba tras la cura de enfermedad alguna, sino por el intento de dotar a las mellizas de una dotación genética tal que permitiera preservarlas de un contagio de VIH futuro.
Una vez finalizada la exposición de Jiankui en la cumbre sobre edición genética del 28 de noviembre de 2018, se abrió un panel de discusión con preguntas de los asistentes y de los medios presentes. El primero en tomar el micrófono fue el profesor de biología premio Nobel David Baltimore y presidente de la conferencia, quien de inmediato sentó las bases de la discusión que ahí comenzaba a desplegarse:
“Sigo pensando que es irresponsable. no es transparente. Se descubrió después de que nacieran los niños. No creo que sea médicamente necesario. He oído hablar de enfermedades más urgentes. ha sido un fracaso de la autorregulación por parte de la comunidad científica, debido a la falta de transparencia. El comité que organizó esto se reunirá y emitirá una declaración mañana”.
Baltimore resumía, de esta forma, los principales puntos de preocupación frente a este estudio, los que la comunidad científica internacional ha delimitado en cuatro ámbitos: cuatro líneas éticas atravesadas por He Jiankui y su equipo con estos experimentos de las que se desprenden los desafíos para la edición genética aplicada a seres humanos.
Terapia génica germinal
Uno de los científicos que intervino en el panel de discusión posterior a la intervención de He, señaló que el consenso no permite llevar a cabo la edición en terapia génica germinal: “Usted es consciente, ¿por qué cruzar esta línea? ¿Por qué llevarla a cabo en secreto?”
Esta primera línea ética cruzada por He Jiankui a la que aludió este participante apunta a la terapia génica germinal. De acuerdo al “Convenio para la protección de los derechos humanos y la dignidad del ser humano con respecto a las aplicaciones de la biología y la medicina” de Asturias de 1997 (el que China no firmó), la edición genética de embriones humanos que resulta en la alteración irreversible del genoma se encuentra prohibida.
Paulina Ramos, académica del Magíster en Bioética de la Escuela de Medicina de la Pontificia Universidad Católica de Chile, señala en este punto que la edición genética, en la línea germinal, se contempla como una posibilidad futura, “tal vez cuando la opinión pública sea más favorable, respondiendo a estrategias de aceptabilidad y de mercadeo. Es imposible detener su aplicación, por lo que los esfuerzos deberían orientarse entonces a fijar límites para evitar desbordes”.
Asimismo, destaca que este hecho nos permite recordar la Declaración Universal sobre el Genoma Humano y los Derechos Humanos, de la UNESCO, aprobada el 11 de noviembre de 1997 “y cuyo artículo 24 se refiere a la necesidad de estar atentos a la identificación de prácticas que pueden ir en contra de la dignidad humana, como las intervenciones en la línea germinal”.
Similar apreciación proporciona Héctor Velázquez, doctor en Filosofía y director del Centro Sociedad Tecnológica y Futuro Humano de la Universidad Mayor en Chile: “Esta práctica de “biomejoramiento” (es decir, de intervención para generar individuos mejores biológicamente, sin propensión a males físicos, enfermedades, envejecimiento, etc.) ha sido prohibida en la Unión Europea y en Estados Unidos, pero ha sido defendida por investigadores de renombre como George Church, catedrático de genética de la Universidad de Harvard”.
Algunos países permiten su utilización. Tal es el caso de Reino Unido que permite la edición genética de embriones para casos y supuestos muy controlados. En el año 2016, investigadores del Francis Crick Institute de Londres y particularmente Kathy Niakan recibieron una licencia para utilizar CRISPR en seres humanos. De manera similar, en el año 2020, se autorizó en España la primera modificación genética de embriones, los cuales fueron destruidos debido a la prohibición legal existente de transferir embriones utilizados en investigación a efectos reproductivos.
La advertencia lanzada por los científicos alrededor del mundo sobre esta técnica no tiene que ver con las implicaciones de la edición genética en células somáticas, propio de la terapia génica contemporánea, sino con los riesgos que implica el que la modificación genética sea en la línea germinal y se trasladen esas modificaciones a la descendencia del sujeto intervenido.
“¿Cómo convencieron a los padres cuando iniciaron este experimento?”
Esta fue una de las preguntas de otro de los científicos presentes en aquella cumbre. En su interpelación a Jiankui, volvió a preguntarle: “¿Les contaron las alternativas sobre el SIDA?”
El investigador chino replicó que todo el procedimiento había contado con una rigurosa revisión ética y que los voluntarios no solo tenían una buena formación y conocían bastante información sobre el VIH y los enfoques actuales, sino que además estaban en una red social juntos, conocían los avances y la información disponible y entendían bastante bien la tecnología y los beneficios potenciales.
Este punto fue de inmediato discutido por la comunidad científica. No solo no advirtieron a los voluntarios sobre lo injustificada de esta técnica para tener un bebé que tuviera defensas al VIH, pues actualmente este se trata otros procedimientos que permiten al paciente tener una buena calidad de vida, sino que de acá se desprende un segundo segundo dilema ético: aunque es posible editar genéticamente embriones humanos para investigar en laboratorios, en muchos países, entre los que se incluye China, es ilegal implantarlos en una mujer para su gestación y así permitir que nazcan bebés modificados de este procedimiento.
Eduardo Abeliuk, científico chileno ideólogo de TeselaGen, una plataforma de software que ayuda a empresas de biotecnología a diseñar y modificar la genética de distintos organismos utilizando inteligencia artificial, enfatiza que se debe diferenciar entre la experimentación génica entre células somáticas y células germinales:
“Lo que hicieron en este caso fue alterar células germinales, aquellas capaces de generar gametos que correspondan a los óvulos y a los espermatozoides, es decir, son capaces esos experimentos de modificar no solo al ser humano que se está concibiendo sino que producto de esa modificación se puede alterar toda su descendencia y eso es súper delicado”.
“No veo la necesidad médica”
Otro de los científicos participantes de la conferencia en la que He reveló estos experimentos sentenció de esta forma su alocución ante el investigador chino: “No veo la necesidad médica: el padre es positivo y la madre negativa, por lo que se pueden obtener embriones no infectados”. Jiankui respondió: “Creo que no solo para este caso, sino para millones de niños con VIH, necesitan protección, ya que no hay vacuna”.
En este punto, Velásquez señala que “Hay experimentos que son más acotados en términos de riesgos, donde simplemente se modifican células somáticas, que también tienen tienen riesgos pero cuáles fueron los riesgos y por qué este caso fue polémico, se está usando esta nueva tijera molecular que se muestra mucho más eficiente que otras tijeras moleculares que se han usado con anterioridad y que es programable. Uno puede dirigirla para que corte un trozo de ADN bien específico donde uno quiera, pero se ha demostrado que aunque uno le diga a la tijera: “quiero cortar acá”, a veces esta tijera termina modificando el ADN en otras zonas en donde yo no tenía la intención que cortara. Entonces cuáles pueden ser los efectos en un genoma, todavía nos falta mucho para entender el genoma humano”.
Y agrega: “No se justificaba usar esta técnica para tener un bebé que tuviera defensas al VIH cuando hoy día hay muchas otras. Lo primero que hay que hacer es enfocarse cuando hay enfermedades o modificaciones genéticas donde el beneficio versus los riesgos sean lo más grande posible. Hoy día, la calidad de vida de los pacientes de VIH con uso de ciertos medicamentos puede llevar a una calidad de vida por muchos años, pero no así otras enfermedades que son mucho más graves y críticas”.
Eugenesia
Una tercera línea ética que habría cruzado He Jiankui es haber usado edición genética en embriones no para “curar” una enfermedad sino para “mejorar” estos embriones con una característica adicional. Esta situación puede abrir la puerta a más peligros y a la selección de caracteres, al diseño de bebés y a la eugenesia.
Para Paulina Ramos la técnica de edición genética CRISPR/Cas9, como toda tecnología, no es ni buena ni mala, pues todo depende del uso que se hace con ella: “Permite Modificación fácil y rápida del ADN de cualquier ser vivo. Del laboratorio se está usando en la clínica. El dilema es cuando la técnica se usa en los seres humanos para generar personas “diseñadas” como productos de fábrica y/o se afecta la línea germinal, léase derivar en nuevas formas de eugenesia en cuanto se usa para modificar rasgos o habilidades básicas: inteligencia, fuerza física, destrezas, etc.”.
Además, recalca el hecho de que la utilización de esta técnica no se discute cuando se usa como “terapia” y/o eliminación de enfermedades al corregir mutaciones genéticas: “El Informe Human Gene Editing: Science, Ethics and Governance, de la Academia de Ciencias y la Academia de Medicina de USA del 14 de febrero de 2017 no proscribe la eugenesia, y más bien la respalda. La edición genética, en la línea germinal, se contempla como una posibilidad futura, tal vez cuando la opinión pública sea más favorable, respondiendo a estrategias de aceptabilidad y de mercadeo”.
Ramos va más allá incluso y plantea la ruta ética que la comunidad científica debería seguir: “Es imposible detener su aplicación, por lo que los esfuerzos deberían orientarse entonces a fijar límites para evitar desbordes”.
Héctor Velázquez subraya el hecho de que no existe aún consenso sobre dónde trazar el límite para estas prácticas: “Si bien la comunidad científica coincidió en reprobar el uso de la edición genética en el caso de las mellizas, algunos se mantienen partidarios de la aplicación de esta técnica para males de los que hoy no hay tratamiento o cura. Aunque otros científicos insisten en que no hay manera de garantizar que esa intervención no provoque daños futuros indeseados”.
Eduardo Abeliuk proporciona una orientación sobre dónde debería fijarse la línea intraspasable: “Si nos vamos al extremo: ¿Debiésemos hoy en día estar usando estas técnicas para poder hacer bebés con ojos azules? Claramente los riesgos asociados a estas técnicas no se justifican. Gran parte de la comunidad científica analizamos los beneficios y los riesgos de estas prácticas, como todas las tecnologías pueden hacerse usos buenos o malos. Distinto es cuando se modifica genéticamente vía CRISPR microbios, microorganismos que son organismos mucho más simples, donde los efectos de las modificaciones tienden a ser mucho más predecibles”.
Precisamente, el límite que he Jiankui no respetó. “Todavía estamos entendiendo cuáles son las implicancias de editar genomas. Nosotros estamos enfocados por lo mismo en aplicar estas técnicas de biotecnología en aplicaciones industriales que implica optimizar microorganismos que pueden generar impactos enormes para la sociedad. La clave es si podemos identificar de forma segura pequeños cambios que podemos introducir a nuestro propio hardware como especie que nos permita erradicar algunas de estas enfermedades, mejorar nuestra calidad de vida y acercarnos a entender mejor de dónde venimos”, señala Eduardo.
“Agradezco a mi universidad aunque no conozcan mi estudio”
“En primer lugar, debo pedir disculpas por este resultado, que presento inmediatamente en esta sede. Este estudio ha sido enviado a algunas revistas para su revisión. Agradezco a mi universidad aunque no conozcan mi estudio”.
Estas fueron las primeras palabras de He Jiankui al comenzar su presentación “Edición del gen CCR5 en embriones de ratón, mono y humano mediante CRISPR/Cas9” en aquella conferencia. De inmediato, él mismo se encargaba de rotular el hecho de que todo el procedimientos se había realizado a espaldas de la propia casa de estudios que había cobijado el proyecto sin saberlo.
La cuarta línea ética cruzada por He Jiankui y su equipo dice relación con la absoluta falta de transparencia de sus experimentos, los que fueron realizados en su totalidad por fuera de la ley. No hubo ni conocimientos, ni permisos, ni revisión y aprobación del comité de ética de la universidad. Tampoco del hospital donde se realizó el proceso. Tampoco contó con la autorización de las autoridades chinas.
Uno de los asistentes a aquella conferencia de noviembre de 2018 le resaltó el asunto de la falta de transparencia al momento de interpelarlo: “¿El consentimiento informado genérico se publicó? La respuesta de He: “En realidad, el consentimiento informado ya está publicado en el sitio web, busque mi nombre y podrá encontrarlo”.
Varias de las preguntas circularon en torno al tema de la opacidad con la que estaba cubierta todo su procedimiento:
“¿Cómo se obtuvo la financiación de este trabajo? Respuesta de He: “Era un profesor de la universidad, así que el estudio fue pagado por mí mismo al principio; después, por la universidad”.
“¿Tenías una empresa y no estaba involucrada?” (Respuesta: “Nunca mi empresa estuvo involucrada en la financiación (o de otro tipo) los voluntarios tenían gastos médicos; sin dinero extra”).
“El consenso no permite llevar a cabo la edición en etapa germinal, usted estaba consciente de esto, ¿por qué cruzar esta línea? ¿por qué llevar a cabo en secreto?
“¿Por qué tanto secretismo en torno a esto cuando se sabe que no hay que seguir adelante?” (Respuesta: “Hace tres años, participé en conferencias con la comunidad científica y obtuve su opinión. consulté a algunos expertos de EE.UU. sobre ética y ciencia”).
De acuerdo con Héctor Velázquez, la opacidad ha permeado este experimento desde su origen hasta su conclusión: “Se tienen ciertos indicios de que el estado de salud de las mellizas está siendo monitoreado por las autoridades sanitarias chinas, pero no se sabe poco más. El médico fue detenido y encarcelado y se le canceló su licencia médica. Se ha sabido que al menos una tercera niña cuyos gametos también fueron intervenidos nació en 2019, y que habría seis embarazos más logrados por He Jiankui mediante la misma técnica. Y también se ha filtrado que He Jankui engañó a colegas ginecólogos para que implantaran los embriones editados germinalmente, así como a las madres y padres de los infantes sobre los beneficios y riesgos de esta técnica”.
¿Cuáles son los desafíos éticos y antropológicos en términos de transparencia que se desprenden de este caso? Para Velásquez los aprendizajes de toda la comunidad científica deben ser claros: “Me parece que este caso ejemplifica los riesgos de la opacidad en el trabajo científico, sobre todo en entornos político-sociales donde la falta de transparencia impide la evaluación internacional, y por tanto la sana colaboración entre pares, ante avances que como la edición genética mediante CRISPR/cas9 abre posibilidades casi infinitas en el tratamiento de males para los que hoy no tenemos cura.
“¿Esperabas todo este alboroto?”
“La noticia se filtró de forma inesperada para mí; se esperaba que se presentara en Estados Unidos y Reino Unido al parecer”. Esta fue la respuesta de He Jiankui a la pregunta sobre si se esperaba tanto alboroto al revelar sus experimentos.
Lo cierto es que el alboroto aún persiste. He Jiankui continúa preso y se han publicado exhaustivos informes sobre lo que conocemos e ignoramos hasta el momento de las tres niñas chinas que nacieron con su genoma editado. Pero, ¿cuáles son las conclusiones que la comunidad científica ha sacado en la proyección de su quehacer hacia el futuro?
Héctor Velázquez sostiene que la valoración correcta del futuro de estas técnicas debe resolverse a partir de un diálogo interdisciplinar: “En el que se proyecte cuál es el horizonte de esta actividad científica; esto es, qué propósitos busca, con qué metas y fines. Donde no solo sepamos responder con un cómo hacerlo sino con un para qué”.
“Estas problemáticas, tan propias del entorno de la sociedad biotecnológica actual revela la pertinencia de llevarse a cabo una discusión pausada, global, detallada, sobre lo que hemos de entender por ser humano, por su naturaleza o rasgos distintivos de su condición; para que a partir de ello podamos discutir qué avances científicos promover y cuáles desestimar y por qué, en función de su valor intrínseco incondicional llamado dignidad”.
La profesora Paulina Ramos comparte este diagnóstico: “No me parece sea un argumento de peso para limitar su aplicación que esta aplicación no está lista para probarse en humanos, por cuanto es cuestión de tiempo como es propio del desarrollo de nuevas tecnologías. Esta técnica, sencilla, barata, eficaz y multifuncional, debe ir acompañada en su desarrollo de la reflexión ética, social, científica y ecológica”.
El paso que se debe dar con firmeza para que todos podamos contestar de la misma forma a la última pregunta que le formularon a He Jiankui aquel 28 de noviembre de 2018:
“Si va a ser tu bebé, ¿te animarías a hacerlo?”
– “Yo lo intentaría primero”.
¿Qué es lo que viene tras la reforma constitucional sobre neuroderechos de Chile?
En un hecho histórico para Chile y el mundo, el lunes 25 de octubre de 2021 fue publicada una reforma constitucional que garantiza la protección de los neuroderechos. Con esto, Chile no solo se instaló como pionero a nivel mundial en la protección de la privacidad mental de las personas, sino que ha sentado un precedente importante para sintetizar algunas preocupaciones que desde el ámbito internacional se están manifestando en relación al impacto de las neurociencias sobre los derechos humanos. Expertos en neurolegislación comparten sus proyecciones.
Por Luis Ramírez. 27 de Octubre 2021
En un hito histórico en el mundo, el lunes 25 de octubre fue publicada en el Diario oficial de la República de Chile la ley núm. 21.383, que “modifica la carta fundamental para establecer el desarrollo científico y tecnológico al servicio de las personas”.
Luego de ser discutida y aprobada por el Congreso y Tribunal Constitucional, esta reforma fue promulgada a través de un decreto supremo por el Presidente de la República, Sebastián Piñera. Finalmente, al ser publicada en el Diario Oficial la disposición ha pasado a constituir texto vigente de la Constitución Política de la República de Chile.
La reforma modifica el número 1° del artículo 19 de la Constitución Política chilena, agregando el siguiente párrafo final al texto: “El desarrollo científico y tecnológico estará al servicio de las personas y se llevará a cabo con respeto a la vida y a la integridad física y psíquica. La ley regulará los requisitos, condiciones y restricciones para su utilización en las personas, debiendo resguardar especialmente la actividad cerebral, así como la información proveniente de ella;”.
De este modo, Chile ratifica su condición como Estado pionero a nivel global en el resguardo de los neuroderechos.
Un hito con historia
Ya en 2019, el impacto del trabajo de The NeuroRights Foundation, pioneros a nivel global en promover la necesidad de establecer estándares de derechos humanos en esta materia, llegó a Chile. Ese año, el neurocientífico Rafael Yuste, creador de esta iniciativa, visitó este país para participar en el Congreso del Futuro, con una conferencia sobre la importancia de los neuroderechos.
El impacto de su participación fue inmediato y motivó el compromiso de la Comisión del Futuro del Senado, con el liderazgo del senador Guido Girardi, para avanzar en una propuesta de ley que pudiera regular las neurotecnologías. A ello se sumó el compromiso presidencial de apoyar esta iniciativa, la que a poco andar se convirtió en una de las propuestas emblemáticas dentro de la agenda de ciencia del Ejecutivo.
Fue así como 7 de octubre de 2020 fueron ingresados a trámite legislativo dos proyectos de ley que buscan regular la protección de los neuroderechos, iniciados por moción parlamentaria de los senadores Girardi, Alejandra Goic, Francisco Chahuán, Juan Antonio Coloma y Alfonso De Urresti.
Finalmente, ha sido aprobado el primero de estos proyectos. Esta reforma puede tener una importancia fundamental para evitar las intervenciones ilegítimas en la actividad neuronal a través de dispositivos neurotecnológicos de lectura de datos cerebrales denominados interfaces cerebro computadora (ICC), así como otros métodos no invasivos.
Mientras, sigue avanzando en el Congreso de este país un proyecto de ley complementario “Sobre protección de los neuroderechos y la integridad mental, y el desarrollo de la investigación y las neurotecnologías”.
El CJI juega un rol fundamental
Estos avances en materia de protección de derechos fundamentales en el contexto del desarrollo científico y tecnológico fueron precedidos y respaldados por el trabajo sobre este tema del Comité Jurídico Interamericano de la OEA (CJI).
En su último período ordinario de sesiones de agosto pasado, este organismo aprobó una resolución, la declaración sobre “Neurociencia, Neurotecnologías y Derechos Humanos: nuevos desafíos jurídicos para las Américas, la que tiene presente los avances que se han dado en este campo y las preocupaciones éticas y jurídicas que significan las neurociencias y las tecnologías para los derechos y libertades fundamentales de las personas.
Ramiro Orias, integrante del CJI a cargo del tema, destaca la importancia del desarrollo realizado en Chile para este proyecto: “Para la adopción de esta resolución, efectivamente el trabajo pionero y el avance que ha significado las discusiones en relación a la reforma constitucional en Chile han sido precedente importante para sintetizar algunas preocupaciones que desde el nivel internacional se están tomando en relación al impacto de las neurociencias sobre los derechos humanos”.
Estas preocupaciones han sido concentradas en cinco ejes temáticos en la declaración del CJI: la demostración del modo en que las neurotecnologías y la ausencia de regulaciones puede significar algún tipo de afectación a la personalidad y el condicionamiento de la autonomía de las personas; las intervenciones legítimas e ilegítimas que se puedan dar sobre los derechos a la salud y la integridad física y mental; la protección de la privacidad mental y de los datos personales; el aseguramiento de los principios de igualdad de acceso al disfrute de estas ciencias y evitar su uso no discriminatorio; y el impacto que podrían tener estas tecnologías en relación a la libertad de expresión y el acceso a la información pública.
“Cinco ejes temáticos que en alguna medida concentran las principales preocupaciones, pero no necesariamente agotan todas, podría haber otras que tienen que ver con los derechos a la educación, por ejemplo”, sentencia Orias.
Del mismo modo, expertos en neurolegislación han celebrado la magnitud del impacto que la aprobación de esta reforma implicaría para el mundo, en lo concerniente a la protección no solo de los neuroderechos sino que de todas estas preocupaciones derivadas del impacto tecnológico para los derechos fundamentales de las personas.
Un campo abierto para la regulación tecnológica
El primer punto relevante establecido por los expertos dice relación con el alcance de la reforma, en tanto coinciden en que esta trasciende la protección exclusiva de los datos neuronales de las personas para alcanzar el ámbito de los derechos fundamentales en el contexto amplio del desarrollo científico y tecnológico del mundo actual.
Francesca Fanucci, experta en derecho Internacional, Senior Legal Advisor del European Center For Not-For-Profit Law y quien formó parte del grupo de especialistas que trabajó en la elaboración de la declaración de neurotecnologías y derechos humanos de la OEA, sostiene que la aprobación de la reforma constitucional que protege los neuroderechos en Chile ratifica este punto:
“Los medios de comunicación están haciendo hincapié en el impacto que esta reforma constitucional debería conllevar en el desarrollo de las neurociencias y neurotecnologías y, de hecho, entiendo que el mismo debate parlamentario fue animado por las implicaciones éticas de estos tipos particulares de tecnologías. Sin embargo, me complace averiguar que la versión final aprobada por el parlamento chileno va más allá de la mera referencia a estos campos y aplicaciones exclusivamente, porque establece que el “desarrollo científico y tecnológico” en general debe respetar la vida y la integridad física y psíquica de las personas”.
Carlos Amunátegui, profesor del programa de Derecho, Ciencia y Tecnología de la Pontificia Universidad Católica de Chile y participante en la elaboración de la reforma, también destaca el hecho de que la aprobación de esta supone un evento mayor en la protección de los derechos fundamentales y de la regulación de tecnología en general:
“Es una reforma innovadora, no hay nada a nivel mundial referido a este tema, el único texto oficial que haya salido que yo conozca está incluido muy brevemente en la declaración de derechos digitales de España, pero verdaderamente un texto de la potencia y de la profundidad de una reforma constitucional para proteger los neuroderechos es innovador, es una diferencia profunda con lo que existía. Creo que es un paso muy importante”.
Similar apreciación propone la abogada Isabel Cornejo, profesora investigadora de la Universidad Autónoma de Chile especializada en neuroderechos, para quien la aprobación de la reforma constitucional marcó un hito jurídico con la capacidad de expandirse a “distintas” culturas jurídicas:
“En distintos países se mira con atención e interés esta reforma. Por ejemplo, gente de Perú e Italia con la que trabajo en investigación en neurociencia y derecho han podido entender de qué se trata esto y les ha permitido considerar que la Unión Europea debería abrirse hacia esta idea de los neuroderechos como una categoría distinta de los datos, que ya por cierto se contemplan en el reglamento de protección de datos de la Unión Europea.
Agrega que la atención también proviene de Latinoamérica: “En México, en Colombia, en Argentina, también se ha mirado con mucho interés esta reforma”.
Legislatura de “anticipación”
Del mismo modo en que la sola idea de la lectura de datos mentales parecía, hasta hace poco, perteneciente exclusivamente al campo de la literatura de anticipación de ciencia ficción, les consultamos a los expertos sobre la proyección que la reforma permite realizar.
Para Isabel Cornejo, una consecuencia significativa de la consagración de la protección de neurodatos se verá en el campo de las ciencias jurídicas: “Esto impulsa aún más la incipiente rama de desarrollo del neurolaw (neuroderecho) y el neurorights (los neuroderechos), pues serán en el futuro asignaturas incluidas en las mallas curriculares de la carreras de derecho. Las neurociencias aplicadas al derecho significan una nueva heurística desde donde pensar todo el derecho, absolutamente todo”.
Al respecto, enfatiza en la importancia de sentar precedentes a partir de este tipo de iniciativas para el desarrollo global del campo de los derechos tecnológicos: “no solo la teoría, o el derecho penal o civil, porque las concepciones morales subyacentes que existen en el derecho han manifestado una evolución precisamente a raíz de los hallazgos en neurociencia, inteligencia artificial y la biotecnología. Entonces, esas actualizaciones científicas sirven para pensar las reglas, los conceptos y las concepciones que van en evolución”.
Por su parte, Carlos Amunátegui destaca tanto la reforma aprobada como la solidez con la que avanza el proyecto de ley complementario en el Congreso de Chile, por tratarse de una ley profunda y preocupada por los derechos fundamentales de las personas: “Es un gran paso adelante. Creo que por primera vez permite al derecho anticiparse a los cambios sociales y a la tecnología, de manera de proyectar una protección similar a la del espacio análogo-analógico respecto al espacio virtual-digital”.
Del mismo modo, Francesca Fanucci recalca que gracias a esta renovada protección de rango constitucional “podrá fácilmente interpretarse para incluir a todas las tecnologías nuevas y emergentes, tal y como la llamada “inteligencia artificial” y los sistemas automatizados de toma de decisión impulsados por algoritmos, no solo las neurociencias y neurotecnologías. Por esta misma razón, esta reforma es un ejemplo fundamental que otros países deberían seguir también”.
El desafío de impulsar los neuroderechos en la región y el mundo
A la hora de plantear los desafíos que a partir de la reforma chilena Fanucci pone de relieve que esta no impactará exclusivamente al ámbito de los neuroderechos, sino que de la inteligencia artificial en general:
“En el amplio contexto de la regulación de las nuevas tecnologías basadas en la inteligencia artificial, hay varias iniciativas en curso a nivel internacional y regional: por ejemplo, la UNESCO este noviembre va a discutir y aprobar una recomendación sobre la ética de la Inteligencia Artificial. Aunque se trata de un instrumento de principios y no vinculante, tiene valor suficiente y autoridad para poderse utilizar como líneas guías para regular la IA a nivel global o regional (en la Unión Europea, el Consejo de Europa o la OEA) o influir en los enfoques nacionales de gobernanza de la IA u otros actores privados como las empresas”.
De esta forma, augura un panorama regulador alentador: “Además, la Unión Europea y el Consejo de Europa ya están desarrollando instrumentos normativos regionales y asimismo podría (me atrevo a decir «debería») empezar a hacer la OEA, promoviendo por ejemplo negociaciones para un marco regional de regulacion de la nuevas tecnologías para que cumplan con los derechos fundamentales de las personas”.
Isabel Cornejo sintetiza la relevancia del proceso regulador iniciado en Chile: “Yo creo que está reforma constitucional es una especie de catalizador de todos esos procesos que en algún momento iban a llegar a ser, pero se pensó primero en Chile, por cuestiones coyunturales, probablemente”.
Más que una reforma
El siguiente desafío para Chile será conjugar estas reformas con el trabajo que está realizando la Convención Constitucional, organismo encargado de generar una nueva carta fundamental para este país. Para ello, los expertos esperan que la Comisión sobre Sistemas de Conocimiento, Ciencia y Tecnología de este organismo profundice sobre una normativa que fomente el desarrollo tecnológico y, a la vez, resguarde la protección de los derechos humanos.
En el contexto internacional, Naciones Unidas y OEA observan atentamente este proceso legislativo chileno. Inclusive, países como Brasil, Argentina y España han iniciado discusiones sobre esta problemática a fin de integrarlos a sus correspondientes legislaciones.
Desde el CJI, han sido enfáticos al señalar la relevancia de sumar actores que tomen acciones sobre esta temática.
En primer lugar, la declaración de este organismo ha hecho un llamado a los Estados a la necesidad de anticiparse a estas preocupaciones y a la necesidad de impulsar reformas legislativas políticas públicas que contribuyan a promover igualdad en condiciones de acceso a los beneficios de estas ciencias.
Además, han hecho un llamado para que el sector privado enfoque la innovación en el marco de estándares y buenas prácticas y compatibles con los derechos humanos, así como a la comunidad académica y al mundo científico para que también se promueva una investigación sensible a los derechos humanos.
Finalmente, han resuelto continuar con el tratamiento de este tema en su agenda de trabajo y avanzar hacia un nuevo documento de principios interamericanos en materia de neurociencias, tecnologías y derechos humanos.
Tal vez lo más importante radica en este hecho: la reforma chilena ha sentado un precedente fundamental para la propuesta de principios sobre neurotecnologías y derechos humanos que en marzo próximo será presentada ante el CJI, la que está siendo preparada por el grupo de expertos que trabajó en la declaración aprobada en agosto: Rafael Yuste, Eduardo Bertoni, Tomás de la Quadra-Salcedo, Silvia Serrano, Francesca Fanucci, Verónica Hinestroza, Ciro Colombara, Moisés Sánchez y Amélie Kim Cheang, además del jurista Ramiro Orias.
Este último se encarga de subrayarlo:
“Creemos que es muy importante esta iniciativa vanguardista que pone a la región en lo más alto de la discusión global sobre el impacto de estas tecnologías sobre los derechos humanos de las personas. A partir de esta declaración se abre una nueva agenda de trabajo que busca prevenir que esta área constituya una nueva brecha de discriminación, de diferencias o de desigualdades en nuestras sociedades”.
Tecnologías de neurociencia para registrar e influir en la actividad cerebral
Todos los proyectos de lectura de los datos mentales de las personas, lo cuales se encuentran en distintas etapas de desarrollo, comparten el anhelo perseguido por la ex vicepresidenta del equipo Building 8 de Facebook, Regina Dugan, que presentó hace cuatro años: decodificar el discurso de la mente para compartirlo con el mundo exterior.
Por Luis Ramírez & Moisés Sánchez. 8 de Septiembre 2021
Al igual que la tecnología desarrollada por Facebook, actualmente bautizada como Thought-to-text (“Pensamiento-a-texto”), muchas interfaces cerebro computadora (ICC) están siendo diseñadas para traducir el habla consciente de los usuarios, con lo cual es posible que también puedan acceder a los pensamientos inconscientes de estos, obteniendo eventualmente información sobre las posturas políticas de los consumidores, detalles personales sobre la vida de los usuarios, salud, ambiciones y miedos.
Este escenario encendió las alarmas en una serie de organizaciones internacionales relacionadas con la protección de derechos de las personas, las que consideran que la materialización de las ICC abriría posibilidades a la auscultación y exposición “pública” de aquello que antes parecía el único reducto de la intimidad humana, tales como pensamientos, deseos, emociones, subconsciente y toda aquella información producida por la actividad neuronal, sin que existan, hasta el día de hoy, normas o principios de derechos humanos que permitan proteger la intimidad neuronal.
Al respecto, Dugan ya parecía prevenida de esta aprensión en aquella demostración pública de 2017. Sin esperar que nadie lo preguntase, tempranamente en su elocución pública advirtió que “no estamos hablando de decodificar tus pensamientos aleatorios, eso sería más de lo que a cualquiera de nosotros le interesaría saber y no tenemos el derecho a saber. Piénsenlo más bien así: toman muchas fotos y eligen compartir solo algunas de ellas. Del mismo modo, tienen muchos pensamientos y eligen compartir solo algunos de ellos. Estamos hablando de elegir “esas” palabras, aquellas que ya decidieron compartir, enviándolas al centro del habla (speech center) de tu cerebro”.
Los “neuroderechos” en el centro
Sin embargo, esta advertencia temprana no parece haber dejado satisfechas a las organizaciones observadoras de la protección de los derechos humanos en la era digital. Este debate sobre los neuroderechos, que recién comienza, surge por el liderazgo de Rafael Yuste, neurocientífico que fue nombrado por Obama para liderar la Brain Initiative en USA, y que también forma parte del Morning Side Group, colectivo conformado por los 27 científicos y expertos a nivel global en el campo de la neurociencia, quienes están preocupados por los impactos que podrían tener estos avances para la privacidad mental de las personas.
Con motivo de estas preocupaciones, el doctor Yuste creó la Neurotights Initiative de la Universidad de Columbia, iniciativa que ha tenido el rol de promover la necesidad de establecer estándares de derechos humanos en esta materia a nivel global. Una serie de organizaciones internacionales de las Américas, como la Red Pro Bono de las Américas y Fundación Kamanau, se han propuesto impulsar este debate en el plano interamericano en conjunto con la Neurotights Initiative. Producto de este esfuerzo, el Comité Jurídico Interamericano de la OEA, en su sesión de 8 de abril de 2021, incorporó en su temario oficial el “desarrollo de estándares internacionales sobre neuroderechos”, definiendo como su relator al jurista Ramiro Orias de Bolivia.
Estos desarrollos de la industria también han llamado la atención de los medios de comunicación, los que también comienzan a cuestionar la afirmación de 2017 realizada por Dugan: ¿Podrán honrar estas tecnologías de interfaz de computadora cerebral nuestros pensamientos más íntimos? El debate recién comienza.
Con el objetivo de poner de manifiesto la necesidad de incluir en la nueva Constitución una regulación especial sobre los impactos y riesgos de la neurociencia y la neurotecnología en los Derechos Humanos, Fundación kamanau se presentó en audiencia ante la Subcomisión de Derechos Humanos de la Convención Constitucional de Chile.
En la ocasión su Directora Legal, Carola Cotroneo, enfatizó en la importancia de regular sobre una realidad “cada vez más cerca de materializarse”: el desarrollo de dispositivos neurotecnológicos para acceder a los neurodatos de las personas, “lo que plantea una serie de riesgos para los derechos fundamentales de las personas”.
“Es urgente que durante el debate constitucional se discuta y se incorpore al texto constitucional una mención especial a los impactos de estas nuevas tecnologías, salvaguardando los Derechos Fundamentales de las personas”, señaló Cotroneo, en la audiencia en la que estuvo acompañada por Luis Ramírez, Editor de Contenidos de Kamanau, y Moisés Sánchez, Director Ejecutivo de la Fundación.
Esta es la segunda ocasión en que Kamanau expone ante la Convención Constitucional de Chile, luego de su participación en la audiencia del 18 de agosto de 2021 de la Comisión de Comunicaciones de este organismo.
Tecnologías de neurociencia para registrar e influir en la actividad cerebral
Durante las últimas dos décadas, se han realizado importantes avances en neurociencia, los cuales están posibilitando el desarrollo de innovadores dispositivos que permiten “mejorar” cognitivamente a los seres humanos en una variedad de contextos.
Por Luis Ramírez & Moisés Sánchez. 9 de Junio 2021
Uno de los más controversiales axiomas del siglo XXI es aquel referido al transhumanismo: la idea de que gracias al importante progreso de la ciencia y la tecnología, seremos capaces de transformarnos en seres significativamente superiores a los humanos comunes y corrientes del presente, y, de ese modo, poder alcanzar la inmortalidad.
Esta “mejora” humana hace referencia, concretamente, a una gama muy amplia de técnicas y enfoques dirigidos a aumentar las funciones corporales o cognitivas, a través de fármacos, prótesis, implantes médicos, colaboración “humano-computadora” para mejorar el rendimiento, de lo cual se obtendrían características y capacidades mejoradas, a veces, más allá de las capacidades humanas existentes.
Seres humanos “mejorados”
Durante estos últimos veinte años de investigación y desarrollo, se han propuesto y discutido muchas formas de delimitar semánticamente el concepto de “mejora humana”, estableciéndose una disyuntiva particular, por ejemplo, en la pregunta sobre si una intervención que simplemente intenta restaurar la función perdida debido a una enfermedad, lesión o discapacidad aún podría identificarse como una mejora.
Como un modo de superar esta disyuntiva, la literatura científica ha abordado este concepto desde su concepción como un subconjunto de medios para el aumento mental (tecnologías de neurociencia) y solo en un área particular: la mejora cognitiva humana. Es decir, la mejora de los procesos de adquisición y generación de conocimiento y comprensión del mundo que nos rodea.
Estos procesos abarcan la atención, la formación del conocimiento, la memoria, el juicio y la evaluación, el razonamiento, la resolución de problemas y la toma de decisiones, así como la comprensión y producción del lenguaje.
Sin embargo, para que las tecnologías de neurociencia logren registrar e influir en la actividad cerebral de las personas y lleven a cabo el desafío del aumento cognitivo, se requiere no solo de la estimulación e interpretación de áreas específicas del cerebro sino que también del establecimiento de otro factor determinante: el grado de invasividad, es decir, hasta qué punto una tecnología requiere la introducción de instrumentos en el cuerpo. Por esta razón, resulta relevante distinguir entre aquellas tecnologías de grabación de actividad cerebral no invasivas y aquellas que sí lo son.
Tecnologías no invasivas
Por tecnologías de grabación no invasivas se entiende aquellas que no requieren de cirugía, pues se trata de dispositivos que se colocan encima del cráneo, a modo de “gorra” o “diadema”.
Se han señalado como las más populares para registrar la actividad neuronal la electroencefalografía (EEG), la espectroscopia funcional de infrarrojo cercano (functionalnear-infraredspectroscopy, fNIRS), la resonancia magnética funcional (functionalmagneticresonanceimaging, fMRI) y la magnetoencefalografía (MEG).
Actualmente, las tecnologías de grabación no invasivas más discutidas son las que están siendo desarrolladas por compañías tecnológicas tales como Facebook o Microsoft, corporaciones que han hecho públicas sus aspiraciones de convertirse en pioneras en la creación y comercialización de ICC (Interfaz Cerebro Computadora, en inglés, Brain Computer Interfaces, BCI) que logren reemplazar a los teléfonos inteligentes en funciones tales como conectar al usuario a la red y enviar mensajes de texto sin tener que escribirlos utilizando ni los dedos para digitar en el teclado o los ojos para velar de que el mensaje se redacte correctamente.
Aunque estas últimas tecnologías se encuentran en fases incipientes de desarrollo, plantean una serie de problemas éticos que ya están siendo posicionados en el debate social por una serie de iniciativas, dentro de las cuales la Neurotights Initiative de la Universidad de Columbia ha tenido el rol de promover la necesidad de establecer estándares de derechos humanos en esta materia.
Sin embargo, los dilemas morales planteados por las ICC invasivas llevan bastante más tiempo instalados en la discusión pública.
Tecnologías invasivas
Las tecnologías invasivas son aquellas técnicas de grabación cerebral que usan electrodos directamente insertados en el cerebro o colocados en su superficie (mientras que las no invasivas colocan los electrodos en el cuero cabelludo).
El principal de estos procedimientos invasivos de registro neuronal es la electrocorticografía (ECoG), a través del cual, en tanto invasivo, se obtienen grabaciones menos afectadas por el ruido y las distorsiones inducidas por el cuero cabelludo y el cráneo, y con una buena resolución temporal y espacial. Sin embargo, la implantación de electrodos requiere cirugía cerebral, lo que encarece estas técnicas y presenta eventuales problemas éticos.
La estimulación cerebral profunda (Deep brainstimulation, DBS) es una tecnología de estimulación cerebral invasiva ampliamente utilizada para el tratamiento del movimiento (por ejemplo, en la enfermedad de Párkinson) y los trastornos de la memoria. Requiere la implantación de neuroestimuladores en partes específicas del cerebro, que envían pulsos eléctricos para interferir con la actividad neuronal en los sitios “objetivo” dentro del cerebro.
Debido a su invasividad, problemas éticos y costo, la DBS y los electrodos implantados solo se utilizan en el sector médico para mejorar la calidad de vida de los pacientes. La investigación de aumento cognitivo en humanos con tecnologías invasivas ha sido hasta ahora muy limitada y se ha llevado a cabo con personas a las que les han implantado dispositivos por otras razones clínicas (por ejemplo, enfermedad de Párkinson, epilepsia, etc.).
Desde la literatura científica, diversos ámbitos de la integridad humana han sido considerados afectados por la implementación de estas tecnologías, planteándose un significativo campo de dilemas éticos propuestos por estas tecnologías de grabación y estimulación cerebral invasivas, cuyas dimensiones abarcan variadas esferas de desarrollo humano.
Dilemas éticos
Los nuevos problemas éticos que han planteado estos avances en neurociencia y el desarrollo de estas tecnologías de neurociencia se agrupan bajo el nombre de “neuroética”. Los problemas éticos más importantes asociados con el aumento mental humano y los distintos tipos de ICC son los siguientes:
Lectura mental y privacidad. Algunas de estas técnicas para detectar, mapear e interpretar la actividad neuronal de un individuo en circunstancias específicas pueden generar preocupaciones en relación con el libre albedrío, la privacidad, la autonomía y la responsabilidad, dada su capacidad potencial para «leer» o «evaluar» los pensamientos, emociones, estados o actitudes de alguien, lo que podría afectar el comportamiento moral o social de las personas.
Autonomía y responsabilidad. Se han planteado dilemas de responsabilidad como el siguiente: si la ICC emite incorrectamente un comando que causa daños o pérdidas financieras, ¿quién debería ser legalmente responsable de esto? ¿El diseñador de la ICC o el usuario? Dado que las ICC no son 100% precisas, este problema podría llegar a ser recurrente.
Se han planteado otros dilemas, como, por ejemplo, cuando el cerebro de un codificador y el cerebro del decodificador están conectados y el decodificador inicia una secuencia de acciones, ¿Quién es responsable de ellas? Dada la cantidad de información desplegada, preguntas como estas podrían no conseguir una respuesta satisfactoria de manera muy sencilla.
Seguridad e invasión de la estimulación cerebral. La utilización de las técnicas de estimulación cerebral para aumentar la capacidad neuronal de las personas podría cambiar y afectar realmente la actividad cerebral de estas, en particular con los métodos invasivos. Por ejemplo, cuando la estimulación cerebral se usa para mejorar la cognición, actualmente hay poca comprensión sobre cuán segura es dicha estimulación para usarla de manera regular y durante intervalos de tiempo prolongados. Además, existe el problema de la invasividad.
Sociedad. Algunas aprensiones sobre los beneficios de las ICC para la sociedad dicen relación con: su alto costo (¿se justifican los costos por los beneficios?), los riesgos potenciales impuestos por una dependencia creciente de las tecnologías de la neurociencia, que pueden tener efectos sociales negativos imprevistos y el problema general del derecho a la privacidad social en tanto estas tecnologías se utilicen como medios sofisticados de vigilancia (como ocurre actualmente en el contexto del mundo enfrentado a la pandemia del Covid-19).
¿Demasiado tarde o demasiado pronto?
Ante la serie de problemas de carácter ético que la implementación de tecnologías de escaneo mental, invasivas y no invasivas, han planteado sobre todo durante las últimas dos décadas, muchas voces, como la de Rafael Yuste, uno de los directores de la Neurorights Iniciative, se han alzado alarmando sobre la inminencia del momento en que la neurotecnología comience a acceder a los pensamientos, percepciones, emociones y memoria del ser humano. Para Yuste, esta situación debería ser la principal razón por la cual se debería regular el uso de esta tecnología, antes de que se a demasiado tarde.
“Hay gente que dice que es demasiado pronto y otras dicen que es demasiado tarde. Pero que las compañías tecnológicas se hayan incorporado con miles de millones de dólares en el último año a la carrera neurotecnológica, es un motivo de urgencia”, afirmó en octubre del año pasado en entrevista con el diario El País de España.
Hoy miércoles 18 de agosto, la Fundación Kamanau participó en la Audiencia N·13 de la Comisión de Comunicaciones, Información y Transparencia de la Convención Constitucional de Chile, iniciativa que tiene como objetivo la formulación democrática de una nueva Constitución para este país.
Por Luis Ramírez. 18 de Agosto 2021
La sesión, llevada a cabo en la sala 1 del Senado, contó entre sus expositores con la participación de Moisés Sánchez, director ejecutivo de Fundación Kamanau, quien se refirió a la importancia de abordar, en la elaboración de una nueva Carta Fundamental, los desafíos que enfrentará la sociedad frente a los avances de la ciencia y la tecnología, especialmente, las oportunidades y riesgos que estos implican desde una perspectiva de derechos humanos.
“Esta Convención tiene la oportunidad histórica de generar una nueva Carta Fundamental para Chile, pero también de convertirse en la primera de una nueva generación de Constituciones de construcción democrática a nivel mundial. Una nueva generación que resuelva no solo de forma colectiva los problemas presentes de organización política y que garantice el respeto de los derechos fundamentales, sino una Constitución que ponga en la mesa la conversación sobre aquellos problemas que ayer se pensaba que eran del futuro, pero que son de una actualidad y una urgencia evidente”, señaló.
Sánchez enfatizó en la necesidad de considerar los denominados derechos tecnológicos en la discusión constitucional: “La irrupción acelerada de las tecnologías de la información y la inteligencia artificial plantean grandes dilemas económicos, éticos y políticos que son sin precedentes, pero que son aún más complejos cuando se revisan sus interconexiones con el desarrollo de las biotecnologías y las recientes investigaciones para decodificar el cerebro. Todo ello, de una forma, va a poner en juego nuestra propia autonomía, nuestra personalidad humana y en definitiva el santuario más íntimo que es el ser propiamente un ser humano”.
De este modo, la Fundación Kamanau manifestó su intención de aportar en el trabajo de ciencia y tecnología de la Comisión de Comunicaciones de la Convención Constitucional de Chile, tal como en esta audiencia lo declaró su director: “nos ponemos a su disposición para esta tarea que convoca a todos y a todas”.
«Lo que está en juego es la posibilidad de entrar en el santuario más íntimo de la persona misma, en la esencia de su identidad, afectando a su dignidad, al libre desarrollo de la personalidad, y redefiniendo lo que significa ser humano. La ausencia de regulaciones locales e internacionales es un escenario que genera gran preocupación».
Por Rafael Yuste y Ciro Colombara
Miembros del grupo de expertos sobre neuroderechos.
Santiago de Chile, 11 de agosto de 2021
El Comité Jurídico Interamericano de la OEA (CJI) aprobó este miércoles 11 de agosto una histórica declaración sobre “Neurociencia, Neurotecnologías y Derechos Humanos: Nuevos desafíos jurídicos para las Américas”.
Este es el primer pronunciamiento sobre neurotecnologías que emana desde esta entidad de la OEA, que tiene el rol de promover el desarrollo del derecho internacional en las Américas. Con este paso, se pone a la región latinoamericana a la vanguardia de este debate a nivel global, y es un primer paso para la codificación y protección de los neuroderechos, definidos como nuevos derechos humanos que buscan proteger a la ciudadanía de abusos potenciales por la utilización indebida de neurotecnologías.
El texto hace un llamado de alerta sobre los impactos de las neurotecnologías en los derechos humanos, especialmente la libertad y autonomía, la privacidad de nuestros pensamientos y emociones, así como las eventuales discriminaciones que pueden emanar de su uso.
En abril de este año, el mundo científico y tecnológico se vio sorprendido por los avances de la empresa Neuralink de Elon Musk, que insertó chips cerebrales en un macaco, el que podía controlar un videojuego con sus pensamientos. Ya en 2020 el magnate había declarado su intención de implantar estos chips en humanos. Como este caso, hay muchos otros en el mundo de la industria tecnológica.
Estas tecnologías han tenido un importante desarrollo para usos médicos, tales como el tratamiento de Parkinson y epilepsia. Pero su uso se ha extendido también para fines comerciales y militares. Muchas compañías del sector están desarrollando proyectos que buscan “leer” el cerebro, e incluso “escribir” en el mismo, sin que existan normas legales que regulen el uso que se hace de estos datos cerebrales, y prevenir su eventual manipulación.
De esta manera, lo que está en juego es la posibilidad de entrar en el santuario más íntimo de la persona misma, en la esencia de su identidad, afectando a su dignidad, al libre desarrollo de la personalidad, y redefiniendo lo que significa ser humano. La ausencia de regulaciones locales e internacionales es un escenario que genera gran preocupación.
Por ello, la declaración del CJI hace un llamado a los estados para “anticiparse a estas preocupaciones y prestar especial atención al desarrollo de estas tecnologías mediante regulaciones, que ofrezcan salvaguardas suficientes para que su desarrollo e implementación progresiva no constituyan amenazas a los derechos y libertades protegidos en el marco jurídico interamericano”.
Esta declaración constituye un paso fundamental e histórico dentro del proceso de reconocimiento de los neuroderechos a nivel internacional. El mismo Comité Jurídico resolvió mantener este tema en su agenda de trabajo, con el fin de desarrollar unos principios interamericanos en materia de neurociencia, neurotecnologías y derechos humanos “que contribuyan a orientar y armonizar las regulaciones nacionales”.
Durante 2020, anticipando estas mismas preocupaciones, el Senado de la República de Chile comenzó la tramitación de dos proyectos de ley, impulsados por el Senador Guido Girardi y con la asesoría externa del profesor Rafael Yuste de la Universidad Columbia, portavoz del grupo científico de Morningside formado por expertos en el tema. Uno busca consagrar el amparo constitucional a la integridad mental, y el otro regula las neurotecnologías, constituyéndose en las primeras iniciativas legales a nivel mundial sobre la materia, que se espera sean aprobadas dentro de poco. Estos proyectos constituyen los primeros pasos en orden a regular las nuevas neurotecnologías, y un antecedente fundamental para el trabajo del Comité Jurídico Interamericano.
En mayo de este año, la Neurorights Initiative de la Universidad de Columbia, la Red Pro Bono de las Américas y Fundación Kamanau, convocaron a un grupo de expertos para trabajar en una propuesta de declaración sobre neuroderechos, el que quedó integrado por Rafael Yuste, Eduardo Bertoni, Tomás de la Quadra-Salcedo, Silvia Serrano, Francesca Fanucci, Verónica Hinestroza, Ciro Colombara, Moisés Sánchez y Amélie Kim Cheang, además del jurista Ramiro Orias, integrante del Comité Jurídico Interamericano a cargo del tema.
Dichos expertos lograron sistematizar las preocupaciones que existen por las aplicaciones de estos avances, recogiendo los debates previos generados en UNESCO y la OECD, así como las implicancias que existen desde la inteligencia artificial y el uso de mecanismos automatizados, que son una pieza fundamental para el funcionamiento de los dispositivos neurotecnológicos.
Producto de este trabajo conjunto, se elaboró la propuesta de declaración que fue aprobada por dicha entidad de la OEA, la que inaugura un renovado debate sobre la relación entre ciencia, tecnología y derechos humanos en las Américas, y un antecedente para los futuros y necesarios debates que deben darse en el marco de Naciones Unidas y la OEA.
Nota: Este artículo fue publicado originalmente en la sección de opinión de
https://www.univision.com/noticias/opinion/latinoamerica-vanguardia-proteccion-privacidad-mental
Los avances de la industria neurotecnológica
En una verdadera competencia por la conquista del cerebro humano, diversas empresas transnacionales se esmeran por desarrollar tecnologías de lectura de datos mentales, entre las que se cuentan los gigantes tecnológicos. ¿Qué tan factible de materializarse son estos proyectos?
Por Luis Ramírez & Moisés Sánchez. 18 de Julio 2021
Cuando la ex vicepresidenta del equipo Building 8 de Facebook, Regina Dugan, presentó la última idea de la compañía al público en la conferencia F8, realizada en abril del 2017, aún no distaba de ser tan solo eso, una idea: la de permitir a los consumidores escribir directamente desde su cerebro.
El objetivo de esta nueva tecnología sería tomar los pensamientos conscientes de los consumidores y mostrarlos directamente en una pantalla, como la de un smartphone, sin tener que narrarlos a Siri.
Para hacerlo, los consumidores tendrían acceso a un dispositivo no implantado que se conectase a su teléfono.
Un “mouse” cerebral
“¿Cómo saco toda la información de mi cerebro hacia el mundo? ¿Qué ocurriría si pudiéramos escribir directamente desde nuestros cerebros?”
Para responder estas interrogantes, en aquella conferencia Dugan ilustraba esta posibilidad con la imagen de un “brain mouse” (“ratón cerebral”) que podría enviar mensajes de texto a un amigo sin usar el teléfono, o correos electrónicos “sin ausentarnos de la fiesta” y contando con la velocidad y flexibilidad de voz, pero con la privacidad del texto escrito.
En palabras sencillas, instó a la audiencia a imaginar una especie de mecanografía o “tipeo” de mensajes sin usar las manos.
Tres años después, la posibilidad de materializar esta idea se planteaba cada vez más real.
El 30 de marzo de 2020, Facebook anunció que un grupo de investigadores que patrocinan en la Universidad de California (UCSF) había desarrollado con éxito un algoritmo de conversión de mensajes de texto que puede decodificar datos del cerebro con tasas de error mínimas.
Sin embargo, poco más de un año después, el escenario ha comenzado a cambiar.
¿Facebook se retira de la carrera?
En aquella presentación de 2017, Dugan había especificado que el sistema de decodificación del cerebro que estaban desarrollando se centraría exclusivamente en la transcripción de palabras intencionales y no en pensamientos al azar.
La apuesta consistía en que este software controlado por la mente sería tan innovador como lo fue en su momento el mouse para la computadora, la interfaz gráfica de usuario o la pantalla deslizante.
Sin embargo, a cuatro años de este anuncio, Facebook ha decidido archivar el proyecto, argumentando que la lectura del cerebro por parte de los consumidores aún está muy lejos de concretarse.
En una entrada de su blog, Facebook señaló recientemente que abandona esta investigación y que en su lugar se centrará en un controlador experimental de realidad virtual para la muñeca, el que podría leer las señales musculares del brazo.
En esta declaración, la compañía afirmó que ”aunque seguimos creyendo en el potencial a largo plazo de las tecnologías ópticas (de interfaz cerebro-computador] montadas en la cabeza, hemos decidido centrar nuestros esfuerzos inmediatos en un enfoque de interfaz neuronal diferente que tiene un camino más cercano al mercado”.
¿En qué posición deja esta declaración al resto de las empresas que se encuentran actualmente desarrollando interfaces de cerebro-computadora?
Avatares digitales
El desarrollo de estas tecnologías, denominadas interfaz cerebro-computadora, ICC (BCI por sus iniciales en inglés, Brain Computer Interface) está siendo llevado a cabo por todas las compañías dominadoras del campo de la tecnología ligadas al desarrollo de internet en las últimas décadas.
Actualmente, Microsoft y Neuralink también se encuentran en fases avanzadas en sus proyectos de experimentación de tecnologías de ICC.
Una de ellas fue dada a conocer por el creador de Microsoft Internet Explorer, Thomas Reardon: “Digital Avatar” de CTRL-Labs, consistente en un brazalete que se conecta mediante un cable a una computadora con un avatar digital.
Debido a que el interior del brazalete está forrado con chips que pueden detectar las neuronas eléctricas del cuerpo, cuando una persona que usa el brazalete mueve su brazo, los impulsos eléctricos viajan por el cable y se traducen en la computadora.
Como resultado, el avatar digital en la pantalla puede reflejar el movimiento de la persona que usa el brazalete.
CTRL-labs tiene como objetivo continuar desarrollando esta tecnología para que el brazalete no solo detecte la actividad neuronal que produce el movimiento, sino que el brazalete consiga detectar e interpretar cuando una persona simplemente está pensando en un movimiento específico.
El avatar en la pantalla se movería de acuerdo con los pensamientos de la persona de una manera específica deseada, a pesar de que la persona en realidad no se movería.
En 2019, Facebook adquirió CTRL-Labs, proporcionándoles entre $500 millones y $1 mil millones de dólares para continuar desarrollando el avatar digital, según personas familiarizadas con el acuerdo.
Los links neuronales de Elon Musk
Neuralink, de Elon Musk, es una empresa centrada en la creación de ICC con el objetivo de mejorar la mente de los seres humanos con inteligencia artificial (IA).
La compañía ya ha desarrollado un robot neuroquirúrgico que puede insertar electrodos en el cerebro con extrema precisión y sin dañar la vasculatura.
Además, Neuralink ha creado un chip implantable de 4×5 mm. con electrodos que tiene como objetivo «leer» y «escribir» datos cerebrales. En otras palabras, el chip teóricamente podría recopilar y decodificar datos cerebrales y al mismo tiempo estimular el cerebro de formas específicas para controlar el comportamiento.
En febrero de 2020, Musk declaró que Neuralink planea probar pronto su tecnología implantando cuatro de sus chips en un humano.
A fines de agosto de 2020, Elon Musk presentó un implante funcionando en el cerebro de un cerdo, lo que concitó la atención científica global por la velocidad de este avance, y en el mes de abril de este año publicó un video que muestra a un macaco con un chip implantado controlando un videojuego con su información mental.
Otros proyectos de ICC
La empresa Iota ha desarrollado el «polvo neural«, una tecnología consistente en chips inalámbricos microscópicos implantables del tamaño de un grano de arena, que recopilan datos de áreas específicas del sistema nervioso periférico.
Estos diminutos dispositivos podrían implantarse en el cuerpo con un procedimiento mínimamente invasivo, recopilando una gran cantidad de datos sobre el sistema nervioso de las personas las 24 horas del día, los 7 días de la semana.
Si bien el innovador «polvo neuronal» de Iota podría brindar a los científicos una visión increíble sobre el sistema nervioso humano (lo que podría dar lugar a posibles soluciones terapéuticas para los trastornos neuromusculares, como la esclerosis múltiple), esta tecnología, particularmente cuando se aplica al sistema nervioso central, podría monitorear y manipular externamente la actividad del cerebro de las personas.
Kernel, una startup de neurociencia fundada y dirigida por Bryan Johnson, lanzó el 7 de mayo de 2020 una nueva tecnología llamada: “Neurociencia como servicio (NaaS)” para proporcionar capacidades de registro cerebral no invasivo bajo demanda para organizaciones de investigación científica.
NaaS consta de una plataforma y un auricular que pesa menos de 1.5 Kg y está cubierto en 48 módulos. El objetivo de Kernel es proporcionar un buen software que no necesite conectarse a equipos pesados en entornos de laboratorio. Esperan que los investigadores puedan realizar experimentos en entornos más naturales, aprendiendo así sobre el cerebro en condiciones de la vida real en lugar de controlar los entornos de laboratorio.
Liderada por su CEO Matt Angle, Paradromics está desarrollando un chip que se insertaría en la corteza y transmitirá datos bidireccionales.
En otras palabras, Paradromics tiene como objetivo decodificar los impulsos eléctricos de las neuronas e interrumpirlos, «leyendo» y «escribiendo» datos cerebrales.
El futuro de la industria
Estos desarrollos de tecnologías de lectura de datos mentales continúan en desarrollo, a pesar de la reciente renuncia de Facebook. Aunque ya han habido pronunciamientos de estas compañías en los que han señalado que seguirán con sus investigaciones, el escenario pareciera haber cambiado drásticamente.
La carrera por la conquista del cerebro continúa, pero ahora acompañada por signos de interrogación.